Forestier |
" Después de más de sesenta años, la contribución de Forestier a La Habana sigue siendo una de las los momentos más importantes de la historia urbana de Cuba. Muy a menudo su plan ha sido presentado bajo una luz negativa como un proyecto destructivo haussmanniano, como un plan retrógrado en un momento en que se discutía la teoría de Le Corbusier más y más. Sin embargo, el plan de Forestier no era en absoluto un concepto haussmanniano importado. Primero, reconoció las ideas de sus predecesores cubanos y, a través de dibujos, les dio una forma urbana, una imagen comprensible y movilizadora. En segundo lugar, era un plan moderno, inspirado en los conceptos estadounidenses de City Beautiful y movimientos del parque. Tales influencias demostraron una conciencia generalizada sobre temas de la modernidad que también preocupaban a Le Corbusier: higiene, reorganización del tráfico, densificación de los centros de las ciudades, expansión urbana y apertura espacio versus espacio urbano cerrado.
El ingeniero francés Jean-Pierre Le Dantec expresó claramente cómo Forestier se aproximaba a la visión estadounidense: Para Haussmann y sus sucesores, la ciudad era un centro político para ser dominada militar y administrativamente, siendo esta demanda la primera condición para su desarrollo (económico, financiero, higiénico, etc.). Por otro lado, en el caso de Forestier, que había meditado sobre estos ejemplos, una gran ciudad fue un fenómeno histórico en el que la forma y la calidad expresa una cultura en desarrollo. Lo mismo se puede decir con respeto a la influencia francesa frente a la originalidad, tenía aptitud para reinventar [el pasado] en nuevas formas. Por tanto, la herencia de Forestier fue principalmente pintoresca y, a pesar de la condiciones políticas y sociales de sus obras, fundamentalmente democráticas. los espacios públicos, los parques y otros adornos que le dio a La Habana estaban bien diseñados, sólidamente construidos, simbólicamente poderosos y accesibles a todos los ciudadanos.
Ellos han sobrevivido a muchas crisis políticas y, aunque se han deteriorado rápidamente esta actitud ha prevalecido desde 1959. A falta de una investigación detallada, todo parece indicar que la recepción contemporánea de los proyectos e ideas de Forestier en los círculos profesionales fue en general positiva.
La crisis de 1933 y la caída de Machado arrojaron muchos de los planes de Forestier al olvido. Algunas de sus ideas, como el centro cívico, perdieron su valor urbano en el período modernista de la década de 1950. La especulación hizo obsoleto su sistema de parques. Su visión, por tanto, pertenece más que nunca a la memoria colectiva de la ciudad y sin duda será un referente ineludible para La Habana en el siglo veintiuno. Un reconocimiento a la perspicacia de Forestier con respecto al papel y el lugar de la "gran ciudad" dentro de la naturaleza es ahora más urgente que nunca. Lo resumiría en las palabras de Karl Brunner, un arquitecto austríaco y urbanista que, en Santafé de Bogotá, donde dirigía el departamento del urbanismo en la década de 1930, escribió en su Manual de urbanismo: "El objetivo final - la belleza de la ciudad- depende tanto de la consideración que se le dé a la naturaleza como de la arquitectura que debe estar presente. La belleza natural de plantas y árboles y una arquitectura racional desprovista de exotismos y basados en el orden dan sentido de proporción a la belleza urbana plástica".
The City as Landscape: Jean Claude Nicolas Forestier and the Great Urban Works of Havana, 1925-1930 por Jean-Francois Lejeune